Se les considera un órgano más. Las bacterias que viven en nuestro organismo, unos 100 billones, regulan muchas funciones del cuerpo humano como la producción de vitaminas, de enzimas y de otras sustancias que favorecen la digestión y metabolización de los alimentos. Sin embargo, la fauna bacteriana puede variar ampliamente en función de factores externos e internos de cada persona. Varios trabajos que publica la revista Science sobre este tema muestran cómo ciertas dietas, como las calóricas, y algunos medicamentos influyen negativamente sobre las bacterias 'amigas' presentes en el intestino que ayudan a mantener la salud.
Las personas que regularmente consumen yogurt o cuajada tienen una flora bacteriana más diversificada, lo que se ha demostrado en investigaciones previas que es un dato positivo para la salud. Lo mismo ocurre con las que suelen tomarvino y café pero no con aquellas que beben leche entera o tienen una dieta alta en calorías o en hidratos de carbono, según los datos obtenidos en dos trabajos, uno dirigido por Alexandra Zhernakova, de la Universidad de Groningen, en Holanda, y otro por Gwen Falony, de la Universidad de Lovaina en Bélgica.
"Cuanta más diversidad bacteriana más saludable es una persona, es decir, a mayor número de especies bacterianas que alberga el tracto intestinal, mejor. Eso es lo que se ha observado en general. Las bacterias intestinales influyen mucho en cómo se procesan los alimentos y los fármacos, por lo que no podemos dejarlas de lado", Arancha Hevia, investigadora predoctoral del Instituto de Productos Lácteos de Asturias que pertenece al CSIC.
Ambos grupos (belgas y holandeses) analizaron cada uno más de 1.000 muestras de personas para conocer las peculiaridades de su microbiota. Además, se les realizó cuestionarios sobre su estilo de vida y alimentación.
"Identificamos 126 factores que se asociaban con la composición y diversidad de la microbiota. En total, estos factores pueden explicar casi el 20% de la variabilidad de los microorganismos del tracto intestinal. Este es el mayor estudio metagenómico de población hecho hasta ahora, y la mayoría de los factores identificado no habían sido previamente estudiados en relación a la microbiota, como alimentos y medicamentos", explica a EL MUNDO Zhernakova.
Porque en su estudio se comprobó que fármacos como los antibióticos alteran claramente la flora intestinal, algo que ya se conocía, pero también otros como los antiácidos o la metformina (un antidiabético). En el estudio, liderado por Falony, se constató también que los laxantes osmóticos, antidepresivos, benzodiazepinas, antihistamínicos y los antconceptivos hormonales influyen negativamente sobre la microbiota humana. Además, se corroboró que ciertos microbios se asocian con enfermedades como la colitis ulcerosa o el cáncer colorrectal.
"Creo que la relación con la medicación es muy importante. Sabíamos ya el vínculo entre microbiota y los antibióticos, pero por ejemplo la relación con los antihistamínicos o las hormonas (anticonceptivas) ha sido muy sorprendente", aclara a este periódico Jeroen Raes, autor senior del trabajo realizado por la Universidad de Bélgica.
En cuanto al problema que generan los antibióticos, ampliamente usados en todo el mundo, Martin Blaser, director del Programa Microbioma Humano en la Universidad de Nueva York y autor de un artículo de revisión sobre este tema que publica también Science, señala a EL MUNDO que "tenemos la tecnología para crear antibióticos de espectro estrecho, específicos a cada patógeno, que sólo mataría a una especie sin generar un daño colateral. El problema es que no hay incentivos para utilizar esta tecnología. También necesitamos test diagnósticos mejores para que los médicos puedan saber qué bacteria tienen que tratar, y como en el caso de las infecciones de oído, si son por virus, no utilizar antibióticos".
Los resultados obtenidos por cada grupos se superponen y corroboran entre sí. "Es muy importante y positivamente sorprendente que nuestros resultados se solaparan con los de la cohorte belga. Vimos que en torno al 90% de los factores se daban en ambos grupos de participantes, lo que muestra la consistencia de los resultados", indica Zhernakova.
Sin embargo, más allá de la constatación, por estos dos grandes estudios, de lo observado en pequeños trabajos, "lo que esto significa exactamente es todavía difícil de decir", señala Zhernakova. Lo que no quiere decir que no tenga relevancia. "Ofrecemos una mejor comprensión de cómo los alimentos o los fármacos influyen en el ecosistema intestinal y el público puede saber ahora lo que le perjudica, por ejemplo los antiácidos, que se usan frecuentemente y que debería ser más cautos en tomar estos medicamentos porque promueven una microbiota menos diversa", aclara a este periódico.
Ambos grupos piensan seguir investigando en esta línea. El de Raes pretende llevar a cabo un análisis para conocer la biodiversidad de otros 40.000 individuos. "También estamos muy interesados en las dinámicas y queremos saber cómo la microbiota cambia con el tiempo", apunta el investigador belga.
Por su parte, Zhernakova adelanta que quieren investigar más detalladamente la relación entre bacterias y fármacos en algunos modelos de ratón. "También necesitamos comprender mejor las consecuencias funcionales y su papel exacto de la mayoría de las bacterias en el ecosistema intestinal", afirma.
En el trabajo de caracterización de las bacterias del intestino se encuentra involucrada Arancha Hevia, la investigadora asturiana. "Hemos desarrollado una metodología para separar las bacterias y otros microorganismos del resto de las heces, que suponen entre un 40-60% del peso del contenido fecal". En su tesis, ha catalogado distintos grupos bacterianos en personas que tienen lupus o alergias. "En las personas con lupus hemos visto una diferencia clara, existe una disbiosis (un desequilibrio de las especies) importante".
Trasplante de heces
Entre las aplicaciones que tiene el conocimiento de la flora intestinal está el trasplante de heces que está siendo estudiado por grupos de diferentes países. Uno de ellos, dirigido por el Laboratorio de Biología Molecular Europeo en Heidelberg, Alemania, publica otro estudio en Science analizando cómo es el ecosistema del intestino de 10 pacientes que habían recibido un trasplante de este tipo. Sus datos sugieren que una significativa proporción de cepas del donante estaban aún presentes en los receptores tres meses después. Además, identificaron tres especies que fueron excepcionalmente buenas colonizando el intestino receptor.
"Esperamos que en un futuro podamos hacer análisis de compatibilidad entre donante y receptor para que los trasplantes sean más eficaces, incluso ir más allá, tener una estantería de cepas seguras y tratadas para poder combinarlas de una manera personalizada", explica a EL MUNDO Peer Bork, principal invesitador de este trabajo.
Aunque este tipo de tratamiento ha mostrado eficacia para tratar la infección porClostridium difficile, Bork señala que su eficacia en otras patologías está por demostrar. De la misma opinión se muestra Antonio López Sanromán, jefe de sección de Gastroenterología del Servicio de Gastroenterología y Hepatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. "Hay distintos centros que están utilizando este trasplante de una manera académica y dentro del marco de la investigación, como pueden ser los que se encuentran en Holanda, Australia o Francia. Sin embargo, hay otros en Estados Unidos que le están dando un uso con una menor evidencia científica".
Su hospital junto con el Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, son los dos únicos centros en España que tienen un protocolo establecido para este tipo de trasplantes. Entre los dos han llevado a cabo en torno a 16 trasplantes fecalespara tratar la infección por Clostridium difficile con resultados positivos. "El reto ahora es que en España la gente se de cuenta de que se puede hacer, de que es una alternativa para tratar esta infección. Pero hay que mantenerlo dentro de unos niveles altos de seguridad, haciendo muchos análisis al donante para descartar la presencia de otros patógenos, y no banalizarlo", afirma.
Sobre la seguridad también alerta Hevia que apunta que en el contenido fecal del donante también hay virus u hongos que se pueden comportar perjudicialmente en el receptor. "Hay muchos grupos que se han lanzado en esta metodología, y algunos de manera muy alegre, se ha hablado incluso de que podría mejorar la obesidad, pero esto es ciencia ficción. Además, hay que pensar en esto como una alternativa cuando no hay otra cosa, y para la obesidad hay dieta y deporte".
Como futuro próximo Hevia apunta al dibujo por Bork, "Se empieza a crear consorcios de bacterias de 10-15 especies que se pueden administrar como un cóctel con una pastilla. La ventaja de esto es que se usan aquellas que se conocen bien sus propiedades".
Por su parte López Sanromán adelanta que está buscando financiación para un proyecto que pretende utilizar el trasplante de heces en la colitis ulcerosa. "Para ello hay que hacer análisis previo de las heces del donante y compararlas con la muestra de la biopsia intestinal del paciente. El objetivo es utilizar aquellas del donante que más se asemeje al receptor, es decir, buscamos al donante ideal, porque no todos valen".
http://www.elmundo.es/salud/2016/04/28/5722532f46163f844b8b45b8.html
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