TEORíA
LAS CESÁREAS FAVORECEN NIÑOS CELIACOS
Algunos estudios recientes han encontrado una relación sorprendente entre los partos por cesárea y el desarrollo de ciertas alergias, como la intolerancia al gluten.
“En un parto normal, el bebé tiene contacto con una legión de bacterias en el canal del parto, mientras que en una cesárea va derecho a los guantes esterilizados de un cirujano”, explica Christine Johnson, epidemióloga del Sistema de Salud Henry Ford en Detroit. “Hoy creemos que este primer contacto con bacterias es decisivo para el sistema inmunitario”.
En un estudio realizado en Alemania con casi 2.000 niños se observó que los nacidos por cesárea eran casi un 80% más propensos a ser celíacos, trastorno digestivo que se produce al comer gluten, proteína presente en el trigo, el centeno y la cebada. Según otro estudio, dirigido en 2013 por Johnson, los niños nacidos por cesárea corren cinco veces más riesgo de contraer ciertas alergias si tienen contacto con alérgenos el primer año de vida.
Estos hallazgos confirman la hipótesis de la higiene: la falta de contacto con bacterias en la primera infancia aumenta la tendencia a ser alérgico. “La evolución preparó al cuerpo para combatir infecciones”, explica Todd Mahr, alergólogo pediátrico del Centro Médico Gunderson en La Crosse, Wisconsin, y portavoz de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés). “Al reducirse el contacto con gérmenes e infecciones, el sistema inmunitario reacciona a otras cosas: ácaros del polvo, alimentos o escamas de la piel de las mascotas”.
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Elige el parto natural, pero si la cesárea es inevitable, no todo está perdido. Varios estudios revelan que la leche materna previene la enfermedad celiaca y las alergias. Pregunta al pediatra cuándo empezar a dar alimentos sólidos a tu bebé. Según un estudio publicado en Suecia a principios de este año, los niños que empiezan a comer gluten poco a poco desde los cuatro meses presentan una incidencia mucho menor de enfermedad celiaca que aquellos a los que se da gluten después de los seis meses. La AAP desaconseja darles alimentos sólidos antes de los cuatro meses.
TEORÍA
LA DEPRESIÓN ES UN TRASTORNO INFLAMATORIO
En el último medio siglo muchos psiquiatras coincidieron en que la depresión se debía a un desequilibrio de neurotransmisores en el cerebro, como la baja concentración de la neurohormona serotonina, que produce bienestar, aunque esto no explicaba por qué la incidencia de depresión era cada vez mayor. De 1991 a 2001 aumentó del 3,3% al 7% de los adultos, y hoy llega al 10% en Estados Unidos. La inflamación es consecuencia de una lesión o infección. Como respuesta, el sistema inmunitario libera citoquinas para repeler los microbios dañinos y reparar el daño, pero ahora algunos expertos creen que la presencia crónica de estas sustancias por efecto de la inflamación —consecuencia del est rés, la dieta y las toxinas ambientales— puede reducir la serotonina y contribuir a la depresión, explica el doctor Charles Raison, profesor adjunto de la Universidad de Arizona.
Los científicos asociaron por primera vez depresión e inflamación en los años 80, al inocular bacterias en animales para causarles una reacción inflamatoria. Los animales mostraron síntomas de depresión: letargo, falta de apetito y retraimiento. Estudios posteriores de Raison y otros revelaron que las personas deprimidas tienen más concentración de sustancias inflamatorias como proteína C reactiva. El equipo de Raison dio Infliximab —antiinflamatorio usado para tratar afecciones autoinmunes— a enfermos de depresión profunda, y los que tenían altas concentraciones de proteína C reactiva obtuvieron mayor alivio de la depresión que quienes no sufrían inflamación.
Aunque no es probable que la inflamación sea la principal causa de la depresión, hay cada vez más acuerdo entre los expertos en que puede prolongarla o empeorarla. Tratar con antiinflamatorios a quienes padecen depresión (y altos niveles de inflamación) puede mejorar mucho su estado de ánimo.
APROVECHA EL HALLAZGO Las opciones de estilo de vida que fomentan el bienestar (dieta sana, ejercicio, dormir bien) también reducen el riesgo de inflamación y, por tanto, de depresión. En un estudio realizado en España con más de 10.000 adultos de edad madura, los que comían muchos alimentos procesados eran casi dos veces más propensos a la depresión que quienes llevaban una dieta mediterránea (rica en pescado, fruta, verdura, frutos secos y grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva). También puedes reducir el riesgo de inflamación con técnicas de meditación como respiración profunda, kinhin (meditación andando) o yoga, que alivian la inflamación debida al estrés en quien padece afecciones inflamatorias como artritis reumatoide o asma, según un estudio realizado en 2013 en la Universidad de Wisconsin-Madison.
TEORÍA
LA OBESIDAD SE DEBE A UN VIRUS
El investigador de la obesidad Nik Dhurandhar se inspiró por primera vez hace 25 años en una fiesta en Bombay. “Un viejo amigo de la familia que era veterinario me comentó que miles de pollos que habían muerto de una virosis estaban muy gordos”, recuerda. “Me dije: lo lógico es que un pollo moribundo se consuma y no al revés. Me pregunté si sería posible que ambas cosas tuvieran relación”.
Dhurandhar siguió estudiando el fenómeno. Observó que los animales infectados con el virus del resfriado AD-36 subían de peso. Cuando probó esta teoría en más de 500 personas, resultó que el 30% de los sujetos obesos, pero solo un 11% de los delgados, habían tenido contacto con el virus. Desde entonces los estudios de seguimiento de otros investigadores han llegado a conclusiones parecidas.
“Creemos que el virus infecta las células adiposas y las hace crecer y proliferar más rápido de lo normal”, explica. La parte buena: parece que el virus reduce la concentración de colesterol y glucosa en la sangre. “Aunque quizá el cuerpo produzca más células adiposas, eso significa que hay menos grasa en el hígado y la sangre”, añade. Esto puede explicar el por qué algunas personas obesas son menos propensas a las cardiopatías o la diabetes que otras delgadas. Dhurandhar reconoce que, si bien el virus no es la única causa de obesidad, podría explicar por qué hay personas a las que les cuesta tanto adelgazar. “Si, en efecto, tienes el virus de la obesidad, eso no te impide adelgazar, solo te costará mucho más trabajo”, concluye.
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Los investigadores esperan que durante la próxima década haya una vacuna contra el virus AD-36. (También trabajan para identificar otros virus relacionados con la obesidad humana). No hay por qué someterse a una prueba para saber si se es portador del virus. Como la mitad de las personas obesas no lo son, está claro que otros factores, como el estilo de vida y la herencia, influyen más.
TEORÍA
EL VIRUS DEL HERPES CAUSA EL ALZHEIMER
¿Será el molesto herpes labial el culpable de la destrucción de la memoria? Parece increíble, pero estudios realizados en los últimos 20 años indican que el virus del herpes simple (VHS 1) está implicado en el Alzheimer. La neurobióloga de la Universidad de Manchester Ruth Itzhaki decidió estudiar esta teoría al observar que una infección relativamente rara llamada encefalitis herpética afecta las mismas regiones del cerebro que el Alzheimer. Itzhaki investigó más a fondo el VHS 1. (El 90% de los estadounidenses a partir de los 50 años son portadores del virus).
Al analizar muestras de cerebro para autopsia, Itzhaki observó que hasta el 75% de las personas mayores, incluidas las enfermas de Alzhéimer, tenían VHS 1 en el cerebro, mientras que en las que habían muerto de otras causas a menor edad no hubo indicios del virus. Otros estudios revelaron lo mismo, incluido uno del Centro Médico de la Universidad de Columbia publicado en la primavera de 2013 que asoció la concentración de VHS 1 en la sangre con la demencia senil. Ahora Itzhaki quiere investigar si el uso preventivo de un antiviral oral como el Valaciclovir puede frenar o detener el avance del Alzhéimer.
Estos hallazgos no significan que el herpes labial conduzca sin remedio al Alzheimer, pero los portadores del virus que tienen otros factores de riesgo son más propensos a la demencia. Por ejemplo, según el estudio de Itzhaki, los portadores tanto del VHS 1 como del gen APOE e4, ya vinculado al Alzheimer, son mucho más propensos a la enfermedad que los no portadores de ninguno.
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Como hasta el 90% de la población es portadora del VHS 1 y el 33% de los adultos mayores de 85 años contraen Alzheimer, está claro que el virus es solo uno de los muchos factores de riesgo. Hasta que haya más estudios, lo mejor es reducir el riesgo con decisiones saludables como controlar el peso y hacer ejercicio con frecuencia. A mayor actividad física, menor probabilidad de contraer Alzheimer, revela un estudio realizado en 2012 por el Centro Médico de la Universidad Rush, en Chicago.
TEORÍA
LAS ARRUGAS SON SEÑAL DE OSTEOPOROSIS
Según la Fundación Nacional para la Osteoporosis de Estados Unidos, una de cada dos mujeres mayores de 50 años sufre una fractura a causa de este problema, que aun así no siempre se diagnostica a las posmenopáusicas, las de más riesgo. ¿Puede el estado de la piel ayudar al diagnóstico? Científicos de la Universidad de Yale estudiaron a 100 mujeres de entre 46 y 55 años que estaban al principio de la menopausia: las que tenían arrugas más numerosas y profundas presentaban menos densidad ósea en puntos básicos como la pelvis y la columna.
El hueso y la piel tienen bloques de construcción comunes: el grupo proteínico de los colágenos, que disminuyen con la edad, explica Lubna Pal, directora del Programa para el Síndrome del Ovario Poliquístico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale. Pal descubrió estos datos cuando, hace siete años, presentó un estudio según el cual las mujeres con escasas reservas de óvulos en los ovarios tenían menor densidad ósea. “Como muchas de mis pacientes estaban cerca de la menopausia, se quejaban de trastornos de la piel y caída del pelo”, cuenta. “Eso me hizo preguntarme si pasaba lo mismo por dentro: al perder la piel colágeno, ¿lo perdían también los huesos?”.
Sin embargo, que no te preocupe la fuerza de tus huesos si tienes muchas arrugas (además, Pal dice que hacen falta más estudios a largo plazo para entender la relación entre arrugas y fracturas). El aspecto de la piel depende también de factores como la exposición al sol y la herencia, así que quizá no tengas que hacerte una densitometría, advierte Felicia Cosman, portavoz de la Fundación para la Osteoporosis.
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Si estás en la menopausia y te has notado muchas arrugas, pregunta a tu médico de cabecera si debes someterte a una densitometría de base, sobre todo si tienes otros factores de riesgo, como antecedentes familiares de osteoporosis, o bien, sobrepeso, fumas o bebes en exceso (más de dos copas al día).
TEORÍA
LA ELECTRICIDAD NOS ENFERMA Y ENGORDA
La electricidad nos permite quedarnos ante el ordenador o video-consola hasta altas horas de la madrugada, lo que puede perjudicar la salud y afectar al peso, advierte un estudio aparecido en 2012 en la publicación británica Bioessays. “Durante miles de años nos levantamos al amanecer e hicimos casi todo a la luz del día. De noche había poco que hacer aparte de dormir”, explica la autora del estudio, Cathy Wyse, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Aberdeen, en Escocia.
“En cambio, en el último siglo empezamos a depender de la electricidad y a desvelarnos, lo que altera nuestros ritmos circadianos naturales y el equilibrio de importantes hormonas como la melatonina, la insulina y el cortisol”. Según otros expertos, hay pruebas contundentes de que entre quienes trabajan de noche es mayor la incidencia de cáncer de mama, cardiopatías y diabetes.
Wyse empezó a sospechar que la electricidad afectaba a la salud en 2005, mientras estudiaba los efectos del desfase horario en el rendimiento de los caballos de carreras. No confirmó sus sospechas hasta que, años después, observó que alterar el tiempo de exposición a la luz y la oscuridad en ratones de laboratorio los hace engordar y acorta su vida. “Pensé que me equivocaba porque los resultados eran muy constantes —recuerda—pero tampoco variaron cuando repetí el estudio con otros animales”. Una investigación anterior respalda la teoría de Wyse: reveló que las personas que se mudan lejos del ecuador —donde la duración del día y la noche es constante todo el año— a latitudes con mayores fluctuaciones horarias, engordan más.
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La electricidad es inevitable, pero puedes limitar sus efectos en tu salud con un horario regular de sueño: levántate y acuéstate a la misma hora entre semana y los fines de semana. Un estudio realizado en 2012 en la Universidad de Munich reveló que quienes cambiaban su horario de sueño entre días hábiles y de asueto tendían más al sobrepeso. Asegura la mayor oscuridad posible en el dormitorio bloqueando las luces de despertadores y teléfonos, y restringe el uso nocturno de televisión y ordenador: por ejemplo, apaga todo antes de las 10 de la noche.
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